Esmegma nunca volvió a ser la misma. Esa experiencia de abuso y violación le marcó profundamente. Entendió perfectamente desde el principio, que lo que había vivido era una mezcla de castigo y de prueba por parte de su Ama. Castigo fuerte, duro, allí donde más le podía doler. Sin misericordia, sin piedad. Y una prueba, porque Ama Bentley quería ver si sería capaz de superar ese momento extremo y convertir su culito en un agujero de uso público para quien Ella quisiera. Ponía a prueba su sumisión, su entrega.

La terapia de choque surtió efecto y esmegma nunca más volvió a tener su agujero anal cerrado para cualquier polla, objeto o elemento que su Ama decidiera que tenía que entrar en él. Pero la terapia no sólo tuvo el efecto buscado de abrir su culito, sino que logró acrecentar el poder y el control que ejercía su Dueña sobre ella.

Ese momento violatorio desarmó por completo todas las defensas de esmegma, las físicas y las mentales, y la convirtió en un auténtico ser sin voluntad alguna. No deseaba, no esperaba, no pensaba, no actuaba sino era ya por voluntad y capricho de su Dueña. Esto se había convertido ya en una auténtica realidad, no en una fantasía o sueño pasajeros. De hecho, era ya una puta zombi.

Su Ama había comprendido que esmegma no podría volver a tener ningún elemento de una vida ‘normal’, así que asumió la total responsabilidad. Le había hecho un hueco en el sótano de su casa, junto a los aperos del jardín y la caseta del perro. Ese era su espacio, donde permanecía recluida hasta que su Dueña demandaba sus servicios.

Nunca decía ya que no a nada.

Un día quiso poner a prueba esa férrea sumisión e hizo que fuera un váter humano para todas las personas que acudieron una noche a una fiesta fetish. Su misión era recibir todos los desechos que le cayeran, sin rechistar, sin mostrar disgusto alguno.  Y vaya que si le cayeron. Buenas cagadas, meadas interminables, vómitos, escupitajos, papeles manchados y hasta tampones manchados de regla. esmegma abría su boca, sacaba la lengua y recibía todo gustosamente. No hacía falta atarla, ni castigarla, ya que no protestaba ni se resistía.

Ama Bentley se fue convenciendo poco a poco de que su puta era insaciable, no tenía límites. Y eso le gustaba. Mucho. Pero también le inquietaba. Intuía que su perra no podía haber despojado todas sus resistencias. Creía que todavía debía haber un resquicio para el control y la perfección.

Tenía que encontrarlo, y tarde o temprano lo haría.

Pero esmegma seguía siendo la putita dócil e incondicional que toda Ama desearía. No daba margen a la duda. Hasta que llegó ese día, ese instante que lo nubló todo.

Esmegma-Bitch [AB]

 

FEMINIZACION POR SKYPE 803 REAL

 

 

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